Dejar de ver algo como un milagro nos lleva a dejar de verlo en todo.
La realidad a la que asistimos es un despliegue milagroso. Pero solo somos conscientes de que es un milagro cuando la percibimos como un todo, aceptándola tal y como es.
Porque cuando juzgamos cualquier aspecto de la realidad como negativo, en ese instante dejamos de sentirnos uno con el Todo.
Así que cuando sorprendamos a nuestra mente juzgando algo, lo mejor es pararnos, respirar… y observar el despliegue de la vida como si nunca antes lo hubiésemos visto.
Es la manera más rápida de conectar con el Milagro.